HISTORIA DE NUESTRA PARROQUIA SANTA ISABEL DE HUNGRÍA
Para referirse a la historia de la Parroquia Santa Isabel de Hungría, hay que referirse a la historia del barrio Muzú. El espacio que hoy ocupa el barrio al sur de Bogotá, tiene distintas historias en la tradición popular que hablan de este antes de ser la zona urbanística que es hoy.
Por un lado, están quienes creen que el terreno fue un cementerio. Según narra Constanza Díaz, habitante del sector, que la palabra ‘muzú’ significa en dialecto chibcha cementerio. Según ella y otros que comparten esta idea, cuando en 1940 se inició la urbanización y se construyeron tubos de desagüe en esa área, se hallaron urnas funerarias que actualmente han sido depositadas en el Museo Nacional de Colombia.
Por otro lado, están quienes mantienen la idea de que en este barrio funcionó la primera pista para aviones que tuvo Bogotá. No obstante, este hecho no es posible de comprobar ya que no hay evidencia, pero se ha sostenido porque la única evidencia es la tradición oral que la ha mantenido como cierta. En un documento del Archivo Distrital, que recogió muchas de las narrativas orales de tipo histórico no comprobable de la ciudad de Bogotá, se incluyó este relato.
Este indica que: “aunque se suele creer que el primer aeropuerto de Bogotá fue el de Techo, ubicado frente a lo que hoy es el monumento de Banderas, en Ciudad Kennedy, lo cierto es que fue en el barrio Muzú donde se construyó la primera pista, en lo que entonces era una finca ganadera. Allí, en 1920, el piloto Helmuth Von Krhon, de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, Scadta, planeó en una aeronave ante la mirada atónita de cientos de ciudadanos que se congregaron para verlo. Esta pista funcionó hasta 1924, cuando se adecuó otra en la finca El Vergel, hoy un barrio bogotano, y que funcionó hasta 1928. En este año, la Scadta compró a la comunidad de los Jesuitas la Hacienda de Techo, en donde construyó su propia pista de despegue y aterrizaje de aeronaves. Dejando sin función a las pistas de Muzú y la del Vergel” (Vasco & Rodríguez, 2009, pág.7).
Ciertas o no las anteriores narrativas históricas, lo comprobable es que los actuales predios que hoy ocupa Muzú, por los años 1930, se conocía este sector de Bogotá como los chircales o los trigales por las grandes extensiones de tierra con sembrados de trigo. Bogotá vivió, a inicios del siglo XX, un proceso de expansión hacia el norte y sur de lo que hoy es el centro de la ciudad.
Hacia el norte emigraron las familias adineradas que veían deterioro en la situación social del centro de la ciudad. Mientras, hacia el sur emigraban las familias obreras y se hacían urbanizaciones hechas por las empresas privadas o por empresas del Estado. Muzú fue uno de estos ejemplos. En 1937, el presidente de la República Alfonso López Pumarejo ordenó la creación de la Escuela General Santander. Con esto, abrió la posibilidad de urbanizar el sector que hasta entonces era de uso rural.
Los finales de los años 40 fue una época en la que muchas personas desplazadas por la violencia llegaban a la capital y se hacía necesaria la creación de espacios para ubicar a muchas de esas familias. Esa necesidad fue aprovechada por el Instituto de Crédito Territorial y, aplicando conceptos de urbanismo modernos para entonces, decidió comprar un terreno de 35 hectáreas para iniciar la construcción de un conjunto de 1216 viviendas organizadas en tres etapas. El lugar fue descrito como: frente a la Escuela de Cadetes General Santander, sobre el camino de Bosa, urbanización a la que se le dio el nombre de Muzú. Esta urbanización se realizó en el periodo presidencial de Mariano Ospina Pérez, por lo que la comunidad empezó a denominar al barrio no sólo Muzú sino 'Muzú Ospina Pérez’.
Estas casas tenían como característica el ser económicas y construidas con un carácter social. Tenían dos pisos, un antejardín y un amplio patio trasero. Fueron diseñadas con 5 metros de fachada, cada cuadra constaba de ocho casas construidas en fila y fueron el inicio de la construcción prefabricada. Esta propuesta urbanística es rica en zonas verdes y espacios públicos amplios, por ello en el barrio Muzú hay más de 50 parques. Con este diseño desaparecía el concepto de manzana tradicional y aparecía el de construcciones rodeadas de zonas verdes y redes peatonales de circulación. Las primeras cinco casas fueron adjudicadas a la Banda del Batallón de la Guardia Presidencial. Las demás casas fueron vendidas a personas del ejército y la marina por un precio de 6.500 pesos con una cuota inicial de 300 pesos.
Mientras que avanzaba la construcción del nuevo barrio se vio la necesidad de dar una respuesta espiritual a los nuevos habitantes del sector, por ello el señor Cardenal Crisanto Luque Sánchez, Arzobispo de Bogotá, según el decreto 96 del 5 de noviembre de 1953 erigió canónicamente la Parroquia bajo el patrocinio de Santa Isabel de Hungría en el centro de la naciente urbanización del barrio Muzú. Es significativo el nombre que recibe la nueva parroquia, dado que es la patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.
El mismo Cardenal Crisanto Luque Sánchez nombra el primer párroco para la nueva parroquia al presbítero Luis Valenzuela, quien ejerció su ministerio sacerdotal por 5 años entregándose abnegadamente por el servicio a su comunidad. Este bogotano es recordado por la gran entereza en su trabajo y por la gran visión para proyectar la parroquia. Dura y difícil tarea fue la del Padre Valenzuela iniciar en un despoblado la construcción material de un templo sin los recursos económicos y edificar la vida cristiana de una comunidad. Gracias al trabajo pastoral adelantado y el compromiso de sus fieles, adquiere en el año 1952 un lote para la construcción del templo, después de tres años de ahorro y de venir celebrando el Santo Sacrificio en un templo improvisado con madera y latas. Así, la construcción del actual templo se inició en el año 1955, con gran gusto artístico dentro de la sencillez de las líneas propias del estilo romántico, que da la impresión de ser, con la Catedral de Bogotá, una de sus mejores basílicas.
En 1958, quedó a cargo de la parroquia el padre Manuel Estévez Bretón, ya que el padre Valenzuela se había tenido que retirar por enfermedad. Él, siendo coadjutor del padre Valenzuela, soñaba con fundar un colegio que respondiera a las necesidades de los niños de las nuevas familias que se asentaban en la nueva urbanización. Ya a cargo, inició con la construcción de un pequeño colegio hecho de unas casas de lata y teja que se tenían como campamento cuando se construyó el templo parroquial; de esta manera comenzó la obra educativa oficialmente el 3 de febrero de 1959. Desde ese entonces su intención ha sido brindar a los niños y a los jóvenes espacios para una formación académica sólida, formando individuos capaces de enfrentar con herramientas legítimas la construcción de una sociedad nueva.
En agosto 18 de 1959, el Cardenal Arzobispo de Bogotá Luis Concha Córdoba nombra como sucesor al padre Fernando Piñeros Rocha. Y la obra comenzada: Parroquia y Colegio toman bajo su dirección un rumbo seguro. Finaliza la construcción del templo y el edificio del Colegio. El Colegio empieza a afianzarse y reconocerse entre la sociedad como de grandes estándares a nivel académico.
El 31 de octubre de 1969, fue nombrado el entonces joven y dinámico padre Jaime Alberto Bonilla Nieto designado párroco y rector por el señor cardenal Aníbal Muñoz Duque. Fueron siete años y tres meses en que desarrolló la organización de grupos pastorales que ayudó al crecimiento de la fe cristiana de los fieles y al compromiso de todos por el trabajo de una Iglesia mejor. Siempre será recordado por su facilidad administrativa y su compromiso en el anuncio del Evangelio. Su temple como persona de grandes exigencias para alcanzar nobles ideales ayudó a darles a los estudiantes del Colegio parroquial una exigencia grande en los nobles ideales y caballerosidad en sus modales. Su buen gusto a nivel artístico ayudó al ornato del templo y en la adecuación de las cosas necesarias para el Colegio. Su tactilidad administrativa permitió la adecuación de los despachos parroquiales y la agilidad en los trámites pastorales. En su gestión, se logró la aprobación del Ministerio de Educación Nacional para los grados quinto y sexto de bachillerato mixto y graduar a la primera promoción en el año 1975.
El 29 de enero de 1977 Monseñor Aníbal Muñoz Duque nombró al padre Manuel Eladio Mora Bohórquez como párroco y rector del Colegio. Cargo que ejerció con verdadero espíritu sacerdotal y dedicación ejerció hasta el 6 de octubre de 1980. Bajo su gestión, se destaca la ampliación la casa cural y el mantenimiento del Colegio Parroquial.
El 10 de octubre de 1980, fue nombrado el padre Pedro Abel Amaya Vesga, quien estaría a cargo por 23 años de la parroquia. Durante su gestión, construyó la segunda etapa del edificio de bachillerato ampliando los servicios que se exigían. También, se dio el reconocimiento del Colegio en este sector de la ciudad tras el requerimiento que hacían los fieles de un mayor espacio para la formación de un gran número de estudiantes que se beneficiaran de las enseñanzas de la Iglesia Católica. Por tal razón, se da a la tarea de trabajar por un nuevo edificio para alojar a los estudiantes de primaria. Así, en el año 1986, entrega una nueva planta que permite aumentar el número de estudiantes en el Colegio. No obstante, en el Colegio Parroquial siguió creciendo la demanda y por ello en el año 1988 inaugura la sección del pre-escolar para que los niños de etapa escolar tengan un espacio adecuado que responda a las necesidades que exigían los tiempos. Con la llegada de la tecnología y de los medios audiovisuales, se vio en la obligación de construir un edificio de informática y audiovisuales que con orgullo entregó a la comunidad educativa en el año 1989.
El crecimiento de la comunidad cada vez más comprometida en al anuncio del Evangelio y los requerimientos de una comunidad educativa que se había crecido en un 400% en los últimos 10 años presentó un reto para la creación de un edificio administrativo para una mejor atención a nivel parroquial y del colegio. Así, se inició la demolición de la antigua casa cural para dar cabida al nuevo edificio de administración y vivienda para los sacerdotes, el cual fue inaugurado en el año de 1994.
También bajo la gestión del padre Abel Amaya Vesga, se ve la urgencia de construir un Coliseo que tenga la capacidad de más de 2.500 personas, no solo para el Colegio sino como una necesidad del sur de la ciudad y la Arquidiócesis que no contaba con escenarios para actividades de gran envergadura. Por ello, decide construir el Coliseo Parroquial llamado Centro de Cultura, Fe y Recreación el cual es entregado a la comunidad en el año 2001.
Como Sexto Párroco, fue nombrado como párroco y rector por el Señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz el padre Daniel Arturo Delgado Guana desde el 4 de agosto de 2003 hasta el 26 de octubre de 2010. En su gestión, el Colegio alcanza los más altos reconocimientos como el Premio Iberoamericano a la Calidad Educativa, el Galardón a la Excelencia y alcanzó el nivel muy superior en las pruebas saber ICFES. Diseñó y desarrolló el edificio Bodas de Oro en la celebración de los 50 años de labor educativa de la parroquia. Un edificio con espacios de lectura, reflexión e investigación, con oratorio, laboratorios y la biblioteca.
Desde el 27 de octubre de 2010 hasta el 15 de noviembre de 2012, el señor Arzobispo Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio al padre Guillermo Gómez López. Por su fe en Dios y obediencia en sus designios se entregó al colegio con gran acierto de su ministerio sacerdotal y trabajo pedagógico que llevó al colegio a sostenerse entre los mejores colegios de la Ciudad de Bogotá.
El 16 de noviembre de 2012, el señor Arzobispo Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio al padre William Casas Velásquez. En su gestión, el Colegio profundiza de manera constante en el ámbito pedagógico y pastoral, implementa estrategias para una educación de calidad y se mantiene a la vanguardia de los colegios de la localidad. Impulsa a realizar un trabajo Pastoral con estudiantes de 10° y 11 en instituciones que atienden poblaciones desfavorecidas y estableció convenios de Cooperación Académica con un gran número de instituciones de Educación Superior reconocidas en el Distrito Capital. Trabajó en el fortalecimiento de las obras que sus antecesores dejaron, modernizando sus instalaciones con la creación de dos salas de audiovisuales, dos salas de informática completamente dotadas; refuerzo estructural y rediseño interno de los salones de preescolar, se rediseñaron las canchas deportivas y se instaló una tarima amplia y funcional para los eventos culturales y deportivos.
Desde diciembre de 2018, el señor Arzobispo Rubén Salazar Gómez, nombró párroco y rector del colegio a Monseñor Jorge Humberto Acevedo Quintero, quien continúa con esta obra de fe y educación cristiana en la Arquidiócesis de Bogotá, en la cual, durante el 2019, esta obra de fe cumple 66 años de servicio pastoral junto con una obra educativa que cumple 60 años de servicio a la comunidad.
Fuentes:
Parroquia Santa Isabel de Hungría (14 de diciembre de 2018). Acta de entrega - Informe Pastoral. (Documento físico en archivo parroquial). Bogotá: Parroquia Santa Isabel de Hungría.
Vasco, B. & Rodríguez, L. (2009). Bogotá, Una memoria viva. Bogotá: Archivo de Bogotá - Imprenta Distrital.